Las Canciones de Bilitis toma como punto de partida los versos del libro de igual título que el autor francés Pierre Louÿs publicó a finales del siglo XIX.

Se trata de una obra que en su época produjo cierto revuelo, al ser acusada por algunos de inmoral y pornográfica.




El autor la presentó con el recurso literario de ser una traducción de textos del griego clásico, y narra las andanzas amorosas y cortesanas de una joven que termina sus días en la isla de Lesbos en los brazos de Safo.

Formalmente, Las Canciones de Bilitis se ofrece con una puesta en escena cercana al formato de la performance. Para ello propone espacios singulares de la herencia romana emeritense: el Castellum Aquae ubicado en la Calle Calvario.

En su fuente, una bailarina (Elena Lucas) ejecuta una danza que recuerda a las cortesanas griegas, jugando con el agua como metáfora del erotismo del que están impregnados estos versos, versos que irán siendo dramatizados por la actriz Olga Estecha.

Al tiempo, en lo alto de la estructura romana dos músicos (Pizarro y Leandro Alonso) irán trazando las melodías vitales de las andanzas de esta Bilitis que se hace en voz en los versos de Estecha y cuerpo en la danza de la Lucas.